Sultán Mahmud Begra (rahimahul’lah) gobernó Guyarat en la India desde el año 863 A. H. hasta el 919 A. H. Durante su gobierno, Guyarat fue testigo de una época de seguridad y prosperidad. Además, las diferentes ciencias del islam, incluidos los campos del Taywid y el Quirat, estaban muy extendidos y eran comunes en la provincia. Muchos ulemas ilustres vinieron para quedarse en Guyarat en ese momento. 

Una de las muchas personas que aprovechó esta oportunidad de oro de aprender las ciencias del islam fue Jalil Jan (rahimahul’lah), más conocido como Sultán Muzaffar Shah II, hijo del sultán Mahmud Begra (rahimahul’lah). Más tarde sucedió a su padre y se convirtió en sultán de Gujarat. En su juventud, dominó el Taywid y Quirat, así como otras ciencias islámicas. También fue bendecido con una voz muy hermosa. 

A continuación se muestra un incidente sorprendente relacionado con Jalil Jan (rahimahul’lah): 

Una vez, en la noche 26 de Ramadán, Sultán Mahmud (rahimahul’lah) estaba sentado con un grupo de ulemas que hablaban sobre la grandeza de recitar el glorioso Corán. A la luz de este tema, uno de los ulemas sentados en esa reunión comenzó a mencionar la dificultad del calor severo que enfrentará la gente en el Día de Quiyamah debido a que el sol estará muy encima de ellos. Explicó además que una de los tipos de personas que se salvarán del calor extremo de ese día serán los hafiz del Corán junto con siete generaciones de sus antepasados. Estarán bajo la sombra Celestial de la Misericordia de Al’lah Ta’ala. De ahí que el calor no les afectará lo más mínimo. Sultán Mahmud (rahimahul’lah) suspiró profundamente y dijo: “Ninguno de mis hijos ha logrado esta fortuna, para que yo también pueda tener la esperanza de obtener ese honor”. 

Jalil Jan (rahimahul’lah) también estaba presente en esa reunión y escuchó lo que decía su padre. Después del día de Eid, regresó a Baroda, que estaba bajo su control, e inmediatamente empezó a memorizar el Corán. Se esforzó hasta tal punto que sus ojos se pusieron rojos. Al examinarlo, el médico le explicó que el enrojecimiento se debía a las noches de insomnio y a la recitación excesiva. Por lo tanto, le advirtió que la solución sería reducir su Tilawah (recitación) y descansar bien durante unos días. Jalil Jan (rahimahul’lah) le respondió: “¿Qué hay si mis ojos permanecen rojos? De hecho, esto me otorgará honor en este mundo y en el Más Allá. No puedo darme el lujo de disminuir mi recitación”. Así continuó esforzándose de esta manera hasta completar la memorización de todo el Corán en un año y unos meses. 

Antes de que comenzara el Ramadán de ese año, Jalil Jan (rahimahul’lah) se acercó a su padre y le informó que si lo deseaba, dirigiría el Salah de Tarawih. El sultán se sorprendió y le preguntó: «¿Desde cuándo eres un hafiz?» Jalil Jan (rahimahul’lah) le recordó a su padre el incidente que tuvo lugar hace dos años antes y le explicó que posteriormente había comenzado su viaje de memorización del Corán. Al escuchar esto, Sultán Mahmud (rahimahul’lah) se llenó de alegría y euforia. 

El 1 de Ramadán, Jalil Jan (rahimahul’lah) dirigió el Salah de Tarawih e incluso completó la recitación completa del Corán durante esa misma noche. Continuó de esta manera; completando un Jatam por noche durante dieciséis noches. ¡Sultán Mahmud (rahimahul’lah) se paraba detrás de su hijo todas las noches y escuchaba su recitación! En la decimosexta noche, abrumado por la alegría y la felicidad, Sultán Mahmud (rahimahul’lah) abrazó a su hijo y lo besó en los ojos y en la frente. Luego continuó haciendo súplicas por él durante mucho tiempo y luego exclamó: “¿Cómo puedo expresar mi gratitud a Jalil Jan y cómo podré pagarle por habernos salvado a mí y a mis antepasados ​​del intenso calor del Día de Quiyamah? ”. Dicho esto, tomó a su hijo de la mano y lo sentó en el trono. 

Después de la muerte de Sultán Mahmud (rahimahul’lah), Jalil Jan (rahimahul’lah) sucedió a su padre como sultán de Guyarat. Él siempre permanecía en estado de Wudu, nunca dejaba de lado ni siquiera un acto Mustahab (recomendable), y toda su vida estuvo de acuerdo con las enseñanzas de Rasulul’lah ﷺ. Su adherencia a la sharía era tal que, mientras era sultán, en una ocasión, uno de los caballos reales desarrolló una enfermedad estomacal. Después de administrarle diferentes tipos de medicamentos, pero sin éxito, el veterinario le dio al caballo una pequeña cantidad de alcohol y el caballo se curó. Cuando Jalil Jan (rahimahul’lah) se enteró de esto, se abstuvo por completo de montar ese caballo.

[Tazkirah Qariyan-e-Hind pág. 137] 

Lecciones: 

  1. Tener un fácil acceso a las mezquitas, institutos de aprendizaje islámico y ulemas confiables es un gran favor de Al’lah Ta’ala y una oportunidad de oro que debe ser valorada y apreciada. A pesar de ser el príncipe, Jalil Jan (rahimahul’lah) aprovechó la presencia de los ulemas y se benefició de ellos. Por lo tanto, también debemos tomarnos tiempo para corregir nuestra recitación del Corán y aprender otros aspectos del islam. De manera similar, debemos asegurarnos de que nuestros hijos asistan a la madrasa primaria y darle la debida importancia al conocimiento del islam, ya que esto, Insha-Al’lah, será un medio para que vivan toda su vida como buenos musulmanes. 
  2. A pesar de haber sido bendecido con posesiones materiales y un reino, Sultán Mahmud Begra (rahimahul’lah) entendió el valor del islam y el Corán, ya que sólo esto será un medio de salvación en el Día de Quiyamah. Por lo tanto, expresó un gran remordimiento porque ninguno de sus hijos había sido bendecido con el favor de memorizar el Corán. Dado que el Hifz del Corán se ha vuelto tan común hoy en día en muchos lugares, desafortunadamente no se muestra el debido reconocimiento, aprecio y valor a este gran favor de Al’lah Ta’ala. 
  3. Complacer a los padres es el trampolín hacia el éxito en ambos mundos. Por lo tanto, el simple hecho de saber el deseo de su padre motivó a Jalil Jan (rahimahul’lah) a pasar por tales dificultades para cumplir el sueño de su padre. Esto trajo tanta felicidad a su padre que, además de las abundantes súplicas que hizo por él, también lo nombró su sucesor. 
  4. Un verdadero portador del Corán no es aquel que simplemente lo memoriza y lo recita. Más bien, es aquel cuyo corazón y vida se ven afectadas e influenciadas por el Corán hasta tal punto que se convierte en un ejemplo vivo del Corán, defendiendo sus mandamientos y absteniéndose de sus prohibiciones.
Este artículo fue preparado gracia a la colaboración de USWATUL MUSLIMAH.

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