A medida que una persona progresa en la vida y avanza su edad, recuerda sus años de juventud con cariño y se maravilla de las cosas que alguna vez pudo lograr con facilidad. En su adolescencia, poseía una energía aparentemente infinita. Podía dormir hasta tarde y despertarse temprano sin sufrir ningún efecto nocivo o sólo unos pocos. Podía trabajar todo el día sin sufrir lesiones. Su memoria era como una esponja, lista para absorber rápidamente cualquier información que encontrara. 

En aquella época, ejercitar el cuerpo y la mente era algo que se podía conseguir fácilmente. Ahora, cuando los dolores y molestias comienzan a aparecer, la memoria comienza a desvanecerse y la fuerza y ​​la energía comienzan a menguar, ya no es tan fácil. 

A menudo se dice que los jóvenes de hoy son los adultos del mañana. Teniendo en cuenta que el período de la juventud es una ventana de oportunidades, es imperativo que los jóvenes de hoy sean moldeados y formados correctamente, por parte de sus padres, dándoles la dirección correcta del islam e inculcándoles los valores islámicos correctos, para que se  puedan convertir productivos para la umma de mañana. Al hacerlo, no sólo se convertirán beneficiosos para la umma, sino que también se convertirán en un medio de Sadaqah Yariya (recompensa continua) para sus padres, durante su vida y también después de su muerte. 

Si tenemos que retroceder a través de los anales de la historia, encontraremos muchos ejemplos de jóvenes musulmanes que fueron bendecidos por Al’lah Ta’ala para ser tremendos frutos para el islam y los musulmanes. 

Un ejemplo de ello es el de Muhammad Bin Qasim Saqafi (rahimahul’lah). En el año 93 D. H., a la tierna edad de diecisiete años, fue designado para emprender la yihad contra los no musulmanes de la India. Al llegar a la India, se enfrentó al vasto ejército del rey indio, Dahir, que llevaba consigo no menos de veintisiete elefantes. Sin embargo, a pesar del número del enemigo, Muhammad Bin Qasim (rahimahul’lah) y su ejército los derrotaron con la ayuda de Al’lah Ta’ala. [Al-Bidayah Wan-Nihayah vol. 9, pág. 242] Por lo tanto, a este joven se le atribuye ser aquel a quien Al’lah Ta’ala bendijo para llevar el islam a la India, como resultado de lo cual muchos de nosotros somos hoy recitadores de la Kalimah. 

Otro ejemplo es el del ilustre Imam Muhammad Bin Idris Shafi’i (rahimahul’lah). Su padre falleció cuando él todavía era un bebé, después de lo cual su madre se mudó con él a la Meca Mukarramah. Viviendo en Tierra Santa, rodeado por muchas de las luminarias de la época, Imam Shafi’i (rahimahul’lah) memorizó el Corán a la edad de siete años, la Muwatta (colección de hadices) del Imam Malik (rahimahul’lah) a la edad de diez años, y continuó esforzándose en adquirir el conocimiento y la comprensión del islam hasta que su Ustad, Muslim Bin Jalid (rahimahul’lah), le permitió comenzar a emitir Fatawa a la edad de quince o dieciocho años. [Al-Bidayah Wan-Nihayah vol. 10, pág. 327] 

Hay otros innumerables ejemplos de jóvenes, a lo largo de los siglos del islam, que lograron hazañas asombrosas al servicio del islam, y sin duda, estos jóvenes habían sido bendecidos y asistidos por Al’lah Ta’ala. A diferentes jóvenes, Al’lah Ta’ala les había otorgado memoria asombrosa, comprensión avanzada, intelecto profundo, fuerza física fenomenal, lenguaje elocuente, palabras cautivadoras y persuasivas y abundantes riquezas. A partir de entonces, debido a que tenían la dirección correcta del islam, utilizaron todas estas bondades de Al’lah Ta’ala para difundir y propagar el islam, y ayudar a los musulmanes. 

Hoy también tenemos jóvenes que son bendecidos por Al’lah Ta’ala de manera similar. Sin embargo, con la excepción de unos pocos elegidos, sus talentos rara vez se utilizan para el islam. Si poseen fuerza, la gastan en el campo deportivo, fútbol o en el gimnasio. Si tienen un intelecto agudo, se matriculan en universidades para obtener un título que les permita ganar grandes cantidades de dinero. Si poseen dinero, lo gastan en adquirir ropa de moda, el último modelo de coche y teléfono, irse de vacaciones a destinos exóticos y llevar una vida de lujo en general. 

Más lamentable que esto son los jóvenes que no se esfuerzan en nada en absoluto. Si no están adictos a las drogas, por lo que ni siquiera pueden ganarse la vida para mantenerse, pasan casi todas las horas del día frente al teléfono móvil, relajándose con sus amigos o practicando algún pasatiempo inútil. Estos jóvenes no se benefician ni en el Din ni siquiera en el Dunya, ya que todo su potencial, talento y energía es consumido por el teléfono, sus amigos y sus pasatiempos. 

La clave para producir jóvenes productivos, que serán valiosos para sus padres en particular y para la umma en general, es garantizar que, cuando sean niños, reciban dirección religiosa (mediante el Talim diario en el hogar, etc.) y estén protegidos de los desafíos religiosos de la época, especialmente las malas compañías y el teléfono celular/internet. Además, uno debe invocar constantemente a Al’lah Ta’ala en Dua y rogarle que bendiga a sus hijos con guía y piedad, ya que la Hidayah está únicamente en Sus manos. 

Que Al’lah Ta’ala acepte a nuestros hijos por la causa del islam, amén.

Este artículo fue preparado gracias a la colaboración de USWATUL MUSLIMAH.

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